Las nueve islas del archipiélago de las Azores son todas de origen volcánico y se localizan en
pleno Atlántico Norte, dispersas en una franja de cerca de 600 km de
extensión de Santa María a Corvo, entre 37° y 40° de latitud norte y 25°
y 31° de longitud oeste. Residen 246.772 personas (datos de 2011) en
este territorio insular de 2.325 km2, que está a una distancia de 1.600km del continente europeo (Portugal) y a 2.454 km del continente americano (Canadá).
Las islas del archipiélago se dividen en tres grupos geográficos: el
grupo oriental, compuesto por Santa María y San Miguel, el grupo central
formado por las islas de Terceira, Graciosa, San Jorge, Pico y Faial, y
el grupo occidental compuesto por las islas de Corvo y Flores. Las
Azores, junto con los archipiélagos de Madeira, Canarias y Cabo Verde
definen la región biogeográfica de la Macaronesia, designación que
significa “islas afortunadas”, para quien las habita, y las visita.
Localizada en la zona de interacción de las placas tectónicas
euroasiática, norteamericana y africana, las islas del archipiélago de
las Azores son todas de origen volcánico. A lo largo de los milenios,
erupciones y seísmos generaron un territorio con una característica
común: la marca del volcán. Pero cada isla tiene una identidad propia:
los fósiles de Santa María, las lagunas de San Miguel, las grutas de
Terceira, los conos de Graciosa, las
fajãs de San Jorge
(lenguas de tierra en el mar de origen volcánico), la montaña de Pico;
el volcán de Capelinhos en Faial, las cascadas de Flores y el Caldeirão
de Corvo (la caldera del volcán, donde se encuentra un lago), son
huellas inconfundibles. Viajar por las Azores es conocer nueve islas
donde el mismo código genético acabó generando trazos distintivos
La larga lista de parques naturales, áreas protegidas, especies de
flora y fauna protegidas, reservas forestales, geopaisajes y lugares de
interés geológico, es la garantía de la defensa de un legado natural
inestimable. Como reconocimiento de este esfuerzo, las Azores están
consideradas un santuario de biodiversidad y de geodiversidad, y es uno
de los mejores destinos para la práctica del Turismo de Naturaleza.
Los primeros pobladores del archipiélago encontraron ejemplares de cedro, brezo,
pau-branco (
picconia azorica)
y sanguino, entre varias otras decenas de especies endémicas que
todavía hoy se pueden ver en las islas azorianas. A lo largo de los
siglos, el hombre aportó nuevos contornos al paisaje. Agraciadas por un
clima benévolo, árboles como la criptomeria, la araucaria y el
metrosidero se han convertido en una parte importante del paisaje
azoriano, donde no falta el azul y el rosa de las hortensias.
El archipiélago es el hábitat de especies de aves como el ratonero,
la pardela cenicienta, el charrán, la paloma torcaz y el mirlo común. En
la Serra da Tronqueira, en San Miguel, el camachuelo de las Azores o
priolo tiene un estatuto de protección especial, por su escasez. En los
cielos de las Azores vuela el único mamífero endémico de las islas: el
murciélago. Un amplio abanico de especies de aves marinas migratorias
escoge el suelo azoriano para descansar de los largos viajes
intercontinentales.
En el océano Atlántico, la vida se multiplica en más de dos decenas
de especies de delfines y ballenas que residen o cruzan los mares de las
Azores. Abundantes colonias de moluscos, crustáceos y peces
complementan una extraordinaria diversidad acuática.